Teñido
de nostalgia
como
el viento
se
cubre el suelo de otoño
con
pasos crujientes que avanzan sin prisa
hacia
el invierno desnudo.
Invierno
gris,
silencio
de lluvia que penetra la tierra
frío
que traspasa el alma entumecida
buscando
el calor del fuego que redime
hasta
encontrar la primavera.
Momento
fulgurante después del purgatorio
donde
todo renace puro, sin remordimientos.
Flores
encendidas adornan los espacios
de
fragancias remotas
que
anuncian la fecundidad.
Del
verano cubierto de sudor
con
imágenes febriles en un caleidoscopio,
aparecen
abejas entre aroma de sandías
y
la frescura del mar
seduciendo
los amores.
Todo
parece posible, la esperanza, la locura,
salvo
cambiar el curso del tiempo
con
su secuencia inviolable
de
manantiales
y
desiertos.

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